Hace unas semanas le dedicamos un par de líneas a Locke, y a la conjunción de destrezas de director y actor para crear una obra que tenga durante toda su duración, en cada plano, un solo personaje. La empresa es arriesgada, pero lograr buenos resultados no es imposible, y hay varios ejemplos en los últimos años que lo certifican.
Además de la cinta con Tom Hardy, Enterrado, 127 horas, Wrecked, All is lost y Silent House son algunas de las que funcionaron.
Mark Elijah Rosenberg se la juega con un viaje espacial a Marte con Mark Strong como el astronauta que intentará mantenernos atentos durante más de 85 minutos.
Lo banco a Strong. Desde Rockanrolla, salvo excepciones, he disfrutado de cada una de las películas en las que estuvo involucrado. No sucedió con Approaching the unknow. Quizá por su tono melancólico, quizá por el recuerdo aún fresco de The martian e Interstellar o, un poco antes, Moon.
Con su obra, Rosenberg intenta examinar las consecuencias de la soledad. William D. Stanaforth -desconocemos las razones, aunque sabemos que existen- está dispuesto a dejar todo para embarcarse en una misión que, sabe, no tiene vuelta atrás. Para él, la soledad es mucho más fuerte allá abajo, en la Tierra, rodeado de personas, que arriba, en medio del espacio.
Claro, cuando se cruce con dos astronautas que están hace meses en una estación espacial sin más contacto que con ellos mismos, empezamos a leer dudas en sus gestos. Pero sigue adelante, escapando de aquello que dejó en la Tierra.