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Diferentes formas de acabar con la humanidad

Las películas sobre el fin de la humanidad deberían evitar las explicaciones. No hace falta saber qué fue lo que destruyó el mundo y dejó todo a la miseria, porque desde los 50 en adelante el cine catástrofe se encargó de mostrarnos que los culpables somos casi siempre, justamente, nosotros.

Además, los sucesos que acompañaron -y castigaron- estos tres primeros lustros del Siglo XXI hacen irrelevantes -y redundantes- las justificaciones del fin del mundo tal y como lo conocemos. Todo parece indicar que estamos construyendo un destino poco atractivo.

Resulta, entonces, que, si bien la calidad no está directamente relacionada con este factor, dar explicaciones es innecesario y, curiosamente, aquellos realizadores que deciden hacer explícitas las razones de la hecatombe son generalmente responsables de los resultados más flojos. Tesis que intentaré fundamentar con algunas cintas arbitrariamente seleccionadas.

Eliminando la opción del muerto que revive, a la hora de diezmar a la humanidad las causas suelen ser tres: primero, la endógena, o sea, alguna enfermedad que se convierte en plaga, un virus que convierte a los humanos en seres que sólo pueden sobrevivir en la oscuridad (Soy Leyenda, Francis Lawrence 2007) o una gripe mortal que el gobierno quiere ocultar (Contagion, Steven Soderbergh 2011).

Este primer apartado tiene una gran excepción y se llama Kingsman (Matthew Vaughn, 2014).

En segundo lugar, la causa externa -exógena-, que puede ser un ataque extraterrestre manifiesto en Rusia (La hora más oscura, Chris Gorak 2011), en Estados Unidos (Battle: Los Ángeles, 2011 Jonathan Liebesman), o encubierto (The invasion, Oliver Hirschbiegel 2007). También pueden llegar a la Tierra desde otro planeta con mucha pompa pero sin expresar los motivos reales de su visita (El día que la Tierra se detuvo,  Scott Derrickson 2008).

Quienes rompen la regla aquí son Spielberg con su Guerra de los Mundos (2005) y, en menor medida, Shyamalan con Señales (2002).

Nos metemos ahora en la tercera vía, a la que podemos llamar intermedia. Puede suceder que la naturaleza vea que no somos buenos para el mundo y decida eliminarnos (The happening, Night Shyamalan 2008), que de pronto el núcleo de nuestro planeta deje de funcionar (El núcleo, Jon Amiel 2003) o que una niña haga una lista de catástrofes que suceden 50 años después (Knowing, Alex Proyas 2009).

Como en los casos anteriores, en este también tenemos un director que hizo bien los deberos: Joon-ho Bong, quien ya había maravillado a medio mundo con The host en 2006 y en 2013 estrenó Snowpiercer, sobre un tren que no para de circular en un mundo congelado por una nueva era de hielo.

Esta lista interminable de catástrofes cinematográficas -con sus respectivas excepciones y de la cual hemos eliminado muchas otras opciones que no hacen más que evidenciar la fijación que tenemos con nuestra propia extinción- la vamos a cerrar con una cinta que sigue la línea de La carretera, de John Hillcoat (creo firmemente que The road es una de las mejores películas jamás filmadas sobre el postapocalipsis).

Z for Zachariah, dirigida por Craig Zobel, no tuvo estrenos comercial el año pasado en nuestro país, a pesar de contar con un reparto que incluye a Margot Robbie, Chris Pine y Chiwetel Ejiofor.

Ann vive sola en un valle que parece ser el último rincón del mundo no contaminado por lo que parece ser una eclosión atómica. Un día aparece John (Ejiofor) y durante un tiempo todo parece el edén para estos nuevos Adán y Eva. Pero hace su entrada Caleb (Chris Pine) y comienzan los problemas.

Es muy claro: fin del mundo, una mujer y dos hombres. No es buena ecuación Tenemos, entonces, además de la necesidad de sobrevivir, un triángulo amoroso relatado que sin la necesidad de diálogos melifluos que logra mantener la atención hasta el final.

Tiempo de listas

Las 10 películas que definen la temporada para Diego Brodersen.

(Sacaría Voley de Martín Piroyanksi, porque para definir una temporada te tienen que ver más del 100.000 personas, y agregaría: Intensamente, por su capacidad de entretener a los chicos con una intensidad dramática destinada sin dudas a los grandes; Kingsman por revigorizar el cine de espías con un toque de humor; y Lo que hacemos en las sombras, que fue capaz de demostrar que aún quedan recursos para explotar un nicho que parecía agotado, como el de los vampiros).

Resumen del cine nacional 2015 por Horacio Bernades.

La incorrección de Vaughn

Hubo un tiempo en el que mi prejuicio sobre las películas de espías era tan profundo que creía que sólo existía James Bond. Ni siquiera lo conocía, pero que mal me caía ese tipo canchero que se llevaba las mejores mujeres. Por suerte apareció Daniel Craig para darle ese toque de oscuridad necesaria. Por suerte aparecieron Jason Bourne preguntándose quién carajo era y Philip Seymour Hofman en una Misión Imposible. Seguir leyendo La incorrección de Vaughn