El 28 de marzo de 1977 en Los Ángeles una de las firmes candidatas a quedarse con la estatuilla a mejor película fue Todos los hombres del presidente (All the president´s men, Alan J. Pakula, 1976), el relato del caso Watergate desde la perspectiva de los periodistas Woodward y Bernstein, que posteriormente provocaría la caída de Richard Nixon.
Spotlight, sorprendente ganadora de la edición de este año, fue reiterada e inevitablemente comparada con la cinta de Pakula.
Ambas tratan sobre investigaciones periodísticas que develan delitos graves y que calan hondo en el humor social. Se trata de hechos cometidos por personas respetadas y poderosas: curas y políticos. Además, las dos muestran una imagen idílica del periodista, como un ser carismático y sacrificado, dispuesto a dejar de lado su vida por una buena causa.
Uno puede imaginarse a jóvenes ansiosos por trabajar en los medios después de ver TLHDP o S. Claro, la realidad es totalmente distinta. Probablemente ningún comunicador en ningún lugar del mundo hoy esté en condiciones de llevar adelante una investigación como la de la dupla del Washington Post. El poder político aprendió -de casos como el Watergate, justamente- que mantener contento al cuarto poder e$ fundamental.
Sin ir más lejor, las notas sobre curas violadores datan de 2002; las denuncias estaban disponibles desde muchos años atrás. Nadie las quiso ver.
Volviendo al 77: el Óscar se lo llevó Rocky, a pesar de que la terna incluía monstruos como Taxi driver y Network (otra película de periodistas, pero claramente de otra estirpe). Casualmente, a fines de 2015 se estrenó la séptima entrega de la saga del Italian Stallion: Creed, dirigida por Ryan Coogler (un joven realizador que ¡nació un año después de Rocky IV!) que obtuvo sólo la nominación de Sylvester Stallone como actor de reparto.
El que parecía el más cantado de los premios (sobre todo para la crítica, que atraviesa un período de enamoramiento con Sly justo cuando el público le da la espalda; exactamente lo contrario que sucedía hace 20, 30 años) fue merecidamente para Mark Rylance, de lo mejor de Puente de espías (Bridge of spies, Steven Spielberg 2015) interpretando a un agente soviético que es atrapado en Estados Unidos.
Anoche Tom McCarthy se fue ganador. Contra todos los pronósticos venció a The revenant y Mad Max Fury Road, las que eran -a priori- las favoritas (sobre todo la del mejicano).
Spotlight es el nombre la división del Boston Globe que investigó y develó no sólo los casos de pedofilia, sino una red de encubrimiento que llegaba bien alto en el escalafón eclesiástico. Claramente, la publicación de estos hechos fue para el periodismo y la sociedad norteamericana mucho más de lo que la película será alguna vez para el cine.
Correcta por donde se la mira, no hay absolutamente nada que la destaque del montón. No es el guión, no es la fotografía, no es la forma y tampoco son las interpretaciones. Si Spotlight es hoy la mejor película de 2015 para la Academia es por la relevancia de la historia en la cual se basa. Nada más.
Y al final González Iñárritu y su ego no pudieron repetir. Se merecía el reconocimiento mucho más que el año pasado. The revenant era la mejor de la terna. Lejos.
Pero si en 2015 Birdman se impuso a películas más interesantes y menos pretenciosas (Whiplash, Boyhood), este año le tocó ver a otro ganar injustamente. De todas formas, el intelectual AGI se fue con el premio a Mejor Director y su amigo Emmanuel Lubezki con el de Mejor Fotografía.
Sumemos, claro, el de DiCaprio como Mejor Actor. Finalmente.